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Evocar nuestros orígenes a través del arte

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Tecla sala

la herencia del pasado

«Yo había cumplido 7 años, veníamos caminando desde el puerto por La Bordeta. Llevábamos una maleta de cartón y un colchón que mi padre no quería dejar porque era de lana buena. Nosotros llegamos aquí en el año 1946, vivía muy poca gente, pero al año siguiente volvió a venir gente de la parte de Murcia y muchos hicieron cuevas para vivir». 

Joana Sánchez, una de las hilanderas de la histórica fábrica textil de la Tecla Sala de L’Hospitalet de Llobregat, revive su llegada a la ciudad entre risas, unas carcajadas que esconden las dificultades de la época. Porque la experiencia es un grado, o, al menos, eso dicen. «Era un Hospitalet muy tranquilo, podías caminar por todas partes. A veces no teníamos luz en las casas, solo una lucecita pequeña. En las calles no había luz, no había ni farolas. Había un palo con una bombilla en la calle donde estábamos nosotros, por las noches bajaban los niños a jugar y también bajaban las mujeres», zanja. 

 Nada mejor que su compañía para abordar las tres preguntas que mejor definen al existencialismo: ¿quiénes somos? ¿A dónde vamos? ¿De dónde venimos?

Sin duda, son cuestiones que se plantean desde que el primer hombre pisó la tierra. Ahora bien, el frenético ritmo con el que vivimos actualmente nos impide pararnos a pensar muchas veces el por qué del mundo, la región, el pueblo o la ciudad en la que vivimos. La era de lo inmediato. Una inmediatez que empaña mirada reflexiva al pasado para descubrir los motivos ocultos de nuestra historia y que, aunque nosotros no queramos, también nos pertenecen. 

Nuestros padres y abuelos fueron partícipes en algún momento de todo lo que somos hoy. Al fin y al cabo, entender cuáles eran sus preocupaciones, sus miedos, sus éxitos y sus mentalidades nos ayuda a descubrir cuál es su legado. Pero lo más importante, nos ayuda a descubrir aspectos dentro de nosotros mismos que han permanecido invisibles. Podríamos decir que vivieron su tiempo.

Un tiempo que, como ha asegurado Joana, fue duro pero feliz. La falta de juguetes se contrarrestaba con la imaginación, de ahí que personas como ella le daban un enorme valor a las cosas, aunque fuera una pelota de trapo o un yoyó. 

«En aquel tiempo éramos una caterva. Mi padre ya había muerto, éramos mi madre, mi abuela y tres hermanos pequeños, porque el mayor ya se casó después, pero antes se trajo a la novia, al padre, a la madre y al hermano porque los echaban de donde vivían. Y luego vinieron del pueblo tres militares a hacer la mili a Barcelona», asegura Joana.

 

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Joana Sánchez es una de esas mujeres pioneras cuya historia ha marcado el desarrollo de esta ciudad. Y en homenaje a ellas, el artista Slim Art ha pintado un evocador mural en la calle Riera de la Creu para mantener con vida la actividad que llevaban a cabo las hilanderas de las colonias textiles, quienes apenas sin saberlo, marcaron el perfil de esta ciudad en buena parte del siglo XX.

La obra visual se enmarca en una iniciativa de Aigües de Barcelona, que busca recuperar la memoria histórica de los barrios y ciudades del área metropolitana de Barcelona. La rápida transformación del tejido urbano de Barcelona y de los municipios de su alrededor, debido al crecimiento de la población y al cambio de uso en espacios emblemáticos, conlleva un riesgo: que los barrios vayan perdiendo una parte de su esencia y olviden las historias humanas que no se explican en los libros de historia.

Por ello, Aigües de Barcelona ha querido poner su granito de arena para recuperar una parte la memoria colectiva y rendir tributo a las mujeres y hombres que, con su esfuerzo, contribuyeron a transformar nuestras ciudades y nuestras vidas. La Tecla Sala o Can Vilumara constituyeron claros ejemplos de una industria textil, ya desaparecida, que ayudó a convertir L’Hospitalet en la gran ciudad que es hoy en día, la segunda de Cataluña por población.

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Descubrir nuestras raíces buceando en el pasado. Y conservar así la herencia del tiempo

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