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Un año más, esta fecha sirve para reivindicar todo lo que queda por hacer en materia de avances sociales, pero también para celebrar los logros conseguidos hasta ahora, como, por ejemplo, la incorporación de la mujer a la esfera laboral.
Ejemplo de esto en nuestro país fueron las primeras mujeres carteras y telegrafistas que abrieron el camino a las demás. Nombres esenciales en la lucha del feminismo como Clara Campoamor tuvieron un lugar, hasta entonces inédito, en la plantilla de la compañía de comunicaciones.
Desde siempre, la comunicación ha sido el pegamento que ha unido a las personas. Cuando la sociedad evoluciona, también lo hace el modo de relacionarse de sus miembros.
Por ello, el mundo de las comunicaciones, no solo ha sido testigo de esta evolución, sino que además ha servido de motor para algunos de los más grandes avances sociales.
El servicio postal fue uno de los primeros que fomentó la incorporación de la fuerza de trabajo femenina en su plantilla, con carteras, en las casas de postas y en labores de taquigrafía, así como mediante oposiciones y exámenes a funcionarias. Estas mujeres pioneras sembraron las primeras trazas de lo que estaría por venir, haciendo historia y marcando el camino hacia un mundo más justo e igualitario.
Así fueron las primeras mujeres de Correos.
Ya en el siglo XVII, era habitual que las mujeres se dedicaran al servicio postal: eran las primeras mujeres correo, que distribuían la correspondencia y hacían las labores de lo que hoy conocemos como “carteras”.
El primer correo de Portugalete, en Vizcaya, fue una mujer, en el año 1648. A partir de entonces, durante 90 años solo hubo carteras para este servicio. En 1716, el servicio postal pasa a ser administrado por la Corona, una vez ha finalizado la Guerra de Sucesión, lo que supone el nacimiento de Correos. Con su creación, el servicio postal empezó a avanzar de forma vertiginosa, con los primeros carteros urbanos, las primeras bocas de buzón de Correos, el establecimiento del sello…, al mismo tiempo que las mujeres iban haciéndose un hueco en la esfera pública de la vida cotidiana.
En 1830, era común que hubiese mujeres trabajando como administradoras de estafetas agregadas, a las que se consideraba empleadas de la Renta de Correos. Por su parte, las conductoras de travesía se encargaban de llevar la correspondencia en diligencia, tanto a caballo como a pie. Y las casas de postas estaban regentadas por maestras de postas, responsables de gestionar el servicio de carruajes de correos en la ruta en la que estuvieran emplazadas.
Correos, como compañía estatal y bajo el mando de la Administración, fue de las primeras empresas en incorporar trabajadoras a su propia plantilla.
Fue así gracias a la reforma de 1879 sobre los servicios postales y telegráficos, que hizo posible que los encargados de las estafetas contrataran a mujeres como auxiliares para el desempeño del trabajo del día a día.
Así, en 1881, se incorporó la primera mujer telegrafista y, en tan solo un año, fueron 40 más.
En 1909 tuvieron lugar las primeras oposiciones a auxiliares femeninas de Telégrafos de la compañía. Nombres tan importantes para el feminismo como Consuelo Álvarez Pool, conocida como “Violeta” y famosa escritora, sindicalista y sufragista española y Clara Campoamor, abogada, escritora, política y principal luchadora del voto femenino en nuestro país, obtuvieron plaza en esas convocatorias.
Campoamor tan solo tenía 21 años cuando aprobó las oposiciones y pasó a formar parte de la compañía como auxiliar de segunda clase, con un salario de 1.250 pesetas.
Durante su primer año, Campoamor fue destinada a Zaragoza. Tras este periodo, cambió a San Sebastián, donde estuvo 4 años más, antes de solicitar la excedencia para centrarse en los estudios que la llevarían a ser la figura imprescindible que es hoy del feminismo.
Para las primeras oposiciones que en igualdad de condiciones a cualquier cuerpo y escala, habría que esperar a la aprobación nuestra actual Constitución de 1978.
Tan solo unos meses después, en 1979, tuvo lugar la primera convocatoria de oposiciones que permitió un acceso masivo de las mujeres, en total situación de igualdad, como fue el caso de las primeras carteras urbanas.
Hoy en día, las mujeres son responsables de algunas innovaciones que hoy nos parecen icónicas cuando pensamos en los carteros. Quizá una de las más memorables es el carro de reparto, que sustituyó la cartera al hombro de los trabajadores hasta entonces, y que hoy facilita el transporte y manejo de los más de 20 kilos de envíos diarios que lleva el personal de Correos.
En Correos, mantienen ese espíritu de justicia social y, desde hace ya algunos años, en Correos existe una paridad real en la plantilla. A día de hoy, trabajan más mujeres que hombres, con un 52,29% de un total de 52.822 efectivos.
Son, además, mayoría en los colectivos que conforman más del 93% de la plantilla y que interactúan de forma continua con la ciudadanía. Desde sus puestos en atención al cliente de las oficinas, el reparto en vehículo o a pie y de clasificación en sus centros, las mujeres son la cara visible de Correos para la sociedad.
Por último, más de la mitad de las jefaturas intermedias en oficinas, unidades de distribución y centros logísticos son hoy en día ocupadas por mujeres. Hace tan solo 10 años, su presencia apenas llegaba al 30%.
Sin embargo, a pesar de los enormes avances que se han hecho, aún quedan muchos pasos que dar. Aún queda el reto de ir avanzando para conseguir la paridad en puestos de alta responsabilidad. Por ejemplo, el Consejo de Administración de Correos se compone de 14 consejeros. De esos 14 consejeros 5 son mujeres, una cifra que representa el 35% del total.
A pesar de esto, se trata de unos datos que, no obstante, están por encima de la media de las empresas del IBEX 35, que cuentan con un 31% de presencia media de mujeres en sus consejos de administración, según el último informe elaborado por Atrevia y el IESE.
Este 8 de marzo, celebramos que tenemos el futuro por delante para seguir haciendo historia.
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