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Escapadas de invierno
Castilla-La Mancha
historia, naturaleza y sabor
Castilla-La Mancha

Conocer esta región en los meses de frío significa vivir la esencia de sus preciosos pueblos, su naturaleza teñida de tonos ocres y verdes y una gastronomía tan tradicional como exquisita

Las hojas de los árboles ya se han teñido de tonos amarillos, anaranjados y rojos, y van formando un manto natural sobre el suelo. Las montañas se cubren cada mañana con una fina niebla matutina. Cada pueblo parece narrar una historia. Huele a hogar y se respira calma.

El otoño-invierno en Castilla-La Mancha es una temporada ideal para asomarse a una España que vive con pasión la sencillez de lo auténtico

Paisajes, belleza monumental y un gusto para el paladar

Viajar a Castilla-La Mancha en otoño e invierno es descubrir una España que se mantiene fiel a sus raíces. Esta región invita a desconectar del bullicio, a dejarse conquistar por la belleza y reconectar con lo esencial.

Una de sus mayores riquezas reside en sus pueblos. Tanto es así que muchos de ellos han sido declarados como conjuntos histórico-artísticos e incluidos en la lista de “Pueblos más Bonitos de España”, como es el caso de Atienza, Alcalá del Júcar, Almagro, Hita, Pastrana, Valverde de los Arroyos y Villanueva de los Infantes

Además de estas localidades, los amantes de la naturaleza encuentran aquí una gran variedad de paisajes. Las sierras de Cuenca y Albacete o las rutas por las hoces del río Júcar se convierten en un espectáculo de colores durante el otoño. Cuando llega el invierno, la estampa se vuelve casi mágica con las cumbres nevadas y las aguas cristalinas de ríos y cascadas

Cualquiera de estas visitas ha de completarse con una buena recompensa a la mesa. Castilla-La Mancha es una tierra de sabores contundentes y recetas transmitidas de generación en generación. Desde las típicas berenjenas de Almagro hasta los quesos manchegos y, por supuesto, el cordero asado o las migas, son solo algunos ejemplos de cómo una escapada de fin de semana puede convertirse en un viaje para todos los sentidos.

Y qué decir del maridaje con sus vinos: muchos de ellos se producen aún en bodegas familiares que, haciendo gala de la hospitalidad de esta región, abren sus puertas a los visitantes para invitarles a descubrir los secretos de este elixir. La denominación de origen La Mancha y otras regiones vinícolas de Castilla-La Mancha ofrecen vinos que sorprenden por su carácter y calidad.

10 destinos para visitar
al menos una vez en la vida
en Castilla-La Mancha

Alcalá de Júcar (Albacete)

Un pintoresco pueblo que ofrece un entorno natural privilegiado junto al río Júcar. Es ideal para realizar actividades de ocio, como senderismo o ciclismo. Su casco antiguo alberga el castillo de origen almohade del siglo XII, rodeado por restos de murallas y visible desde lejos. Las icónicas casas-cueva, como las del Diablo y del Rey Garadén, sorprenden por sus pasadizos y vistas al valle. 

No te puedes perder… La cueva de Masagó, con un museo de fósiles y numismática, la recreación de una casa tradicional y la iglesia de San Andrés.

© Turismo de Castilla-La Mancha | David Blázquez
© Turismo de Castilla-La Mancha | David Blázquez

Molina de Aragón (Guadalajara)

Invita a disfrutarse a pie, por su tamaño y encanto histórico. ¿Qué merece la pena visitar? El barrio judío, de aire medieval, y la morería, unidos por el emblemático puente románico, símbolo de la villa junto al majestuoso castillo y la Torre de Aragón, antigua vigía. Podemos encontrar también numerosos templos, como el de Santa Clara, San Gil, San Pedro y el Convento de San Francisco, además de palacios como La Subalterna.

La gastronomía local brilla con el morteruelo, la trufa negra y las patas de vaca.

No te puedes perder… El castillo de Zafra, muy cequita de Molina de Aragón, sobre todo si eres fan de ‘Juego de Tronos’: seguro que te suena de algunas escenas de la mítica serie.  

Chinchilla de Montearagón (Albacete)

A 13 km de Albacete, conserva un patrimonio histórico sorprendente: un castillo del siglo XV, ubicado en el cerro de San Blas con un impresionante foso de 10 metros de ancho y 6 de profundidad; las casas-cueva, excavadas desde la época árabe y popularizadas en el siglo XVI, que se distinguen por su arquitectura curvilínea; la Plaza Mayor, de estilo barroco y neoclásico, junto a la iglesia de Santa María del Salvador; y, por supuesto, el Museo Nacional de Alfarería, con 2000 piezas y fotografías de artesanos. 

No te puedes perder… Las preciosas vistas panorámicas desde lugares como el Mirador de la Sala y el «Bosque de las palabras».

© Turismo de Castilla-La Mancha | David Blázquez
© Turismo de Castilla-La Mancha | David Blázquez

Villanueva de los Infantes (Ciudad Real)

Su plaza Mayor, del siglo XVII, es el centro vital de esta ciudad conocida como la “capital del Campo de Montiel”. Destacan, además, el Hospital de Santiago, de origen medieval y del siglo XVII, la Alhóndiga con su patio, y la Casa del Arco con su singular portada. 

Entre los edificios religiosos, el Convento de Santo Domingo es esencial, ya que fue el lugar donde murió Quevedo en 1645, y aún conserva su celda. 

No te puedes perder… La Casa de los Estudios, la casa-palacio del Marqués de Entrambasaguas, y el Tribunal de la Inquisición.

Pastrana (Guadalajara)

Es una villa de gran relevancia histórica y artística que Camilo José Cela describió en ‘Viaje a la Alcarria como “una gran ciudad medieval”. El Palacio Ducal, donde estuvo prisionera la princesa de Éboli, domina la Plaza de la Hora.

Sus calles guardan un rico legado con edificios como el Colegio de San Buenaventura, el Palacio de los Burgos y la Casa de la Inquisición. La Iglesia de la Colegiata, del siglo XIV, alberga un Museo Parroquial con tapices góticos únicos que narran eventos históricos.

No te puedes perder… La herencia de Santa Teresa de Jesús, que fundó el convento de San José (hoy reconvertido en restaurante), y el convento del Carmen, que acoge el Museo de su V Centenario.

© Turismo de Castilla-La Mancha | David Blázquez

Belmonte (Cuenca)

El castillo, emblema gótico-mudéjar con seis siglos de antigüedad, es su principal atractivo. Habitado en su historia por cristianos, musulmanes y judíos, este pueblo funciona como un testigo perfecto de la influencia de múltiples órdenes religiosas y culturales. Sus calles, plazas y edificios civiles y religiosos, junto a su impresionante recinto defensivo, son capaces de transportarnos rápidamente al pasado.

Merecen una parada la casa natal de Fray Luis de León, las ruinas del Hospital de San Andrés y la Colegiata de San Bartolomé, de estilo gótico, que destaca especialmente por sus puertas, capillas, retablos y esculturas.

No te puedes perder… Un atardecer desde el molino ‘El Puntal’ para disfrutar de los mágicos atardeceres de La Mancha.

Alcaraz (Albacete)

Su joya es la Plaza Mayor, de arquitectura renacentista con las torres de la Iglesia y del Tardón, obra de Andrés de Vandelvira. Alberga la lonja de Regatería, Santo Domingo, Alhorí y el arco de Zapatería, que lleva al cementerio donde descansa el bandolero “El Pernales”. La iglesia gótica de la Santísima Trinidad y el Taller de Alfombras destacan en su patrimonio, así como el Castillo, desde donde las vistas del pueblo son increíbles.

Cerca del pueblo se encuentra la Microrreserva de los Batanes, con preciosas cascadas y ríos, y el Santuario de la Virgen de Cortes, un importante lugar de peregrinación. 

No te puedes perder… Una ruta otoñal por el estrecho del Hocino, microrreserva de desfiladeros del río Salobre, ideal en esta época del año.

© Turismo de Castilla-La Mancha | David Blázquez
© Turismo de Castilla-La Mancha | David Blázquez

Brihuega (Guadalajara)

Aunque los campos de lavanda (su atractivo turístico más popular) se tiñen de morado en verano, la temporada de otoño-invierno en Brihuega nos ofrece una cara más íntima y sosegada del pueblo. Su recorrido monumental nos lleva desde el románico tardío hasta el gótico y los siglos XVI y XVII, en los que las Monjas Recoletas de San Bernardo, Jerónimas y Franciscanos dejaron huella de su paso.

La Iglesia de San Felipe, del siglo XIII, es una de las más hermosas de la villa, así como la de Santa María de la Peña que, junto al Castillo de la Piedra Bermeja, conforman una de las localizaciones más especiales.

No te puedes perder… Su antigua muralla de la que se conservan casi 2 kilómetros y el singular Museo de Miniaturas del Profesor Max, ilusionista de fama mundial.

Sigüenza (Guadalajara)

Conocida por su rica historia y atractivo patrimonio, es una ciudad dominada por su imponente castillo (hoy en día Parador de Turismo). La Plaza Mayor, empedrada y con piedra rojiza, es el corazón de la ciudad y se rodea de edificios históricos como la Catedral, de estilo románico cisterciense con detalles góticos y renacentistas, donde destaca la escultura de El Doncel.

No te puedes perder… La gastronomía local, basada en cordero, cabrito y productos de la tierra, que fusiona tradición y modernidad.

© Turismo de Castilla-La Mancha | David Blázquez
© Turismo de Castilla-La Mancha | David Blázquez

Tembleque (Toledo)

Terminamos el listado de recomendaciones con un ejemplo de villa manchega totalmente tradicional. La vida de Tembleque se construye alrededor de su emblemática Plaza Mayor, una joya del barroco popular del siglo XVII, que destaca por su diseño inspirado en corrales de comedias. 

No te puedes perder… Sus alrededores con los típicos molinos de viento, que refuerzan esa identidad manchega y nos llevan directamente a Don Quijote. No es casualidad: Tembleque se menciona en la conocida obra de Cervantes.

Estas son solo 10 propuestas, pero en www.viajesporcastillalamancha.es podemos encontrar inspiración para 365 viajes de diferente temática que pueden combinarse entre sí para disfrutar de una escapada perfecta este otoño-invierno. 

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