mi panadería en antón martín
Pasa, está abierto
Cuando abrí mi pequeña panadería, allá por 2018, tenía los miedos propios de quien se lanza de nuevas en esto de emprender: las facturas, los beneficios, el retorno de la inversión… Un montón de preocupaciones entre la harina, la levadura y el calor del horno que desaparecían en cuanto escuchaba el tintineo de la puerta, cuando un cliente entraba a mi establecimiento.
En aquel entonces, aunque tenía muchos miedos, ninguno de ellos estaba relacionado con un estado de alarma o una pandemia global. Sin embargo, hace unas semanas, cuando pude volver a levantar la persiana metálica de mi local, no sentí miedo; al contrario, sentí orgullo de poder volver a trabajar.
En la “vieja normalidad”, mi pan y mi café para llevar eran actividad esencial para muchas personas, como los vecinos del barrio, los trabajadores del taller de enfrente, los oficinistas del banco de al lado, los papás y mamás del colegio de un poco más abajo…