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Día Mundial del Saneamiento

Anualmente, se celebra el Día del Saneamiento, una fecha acuñada por las Naciones Unidas para concienciarnos sobre la importancia que el acceso seguro a instalaciones de saneamiento tiene para nuestra higiene y salud

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 suponen la oportunidad perfecta para que, como sociedad, podamos avanzar y mejorar la vida de todos los habitantes del planeta, sin dejar a nadie atrás

El número 6, Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos, pretende fijar la atención en todos esos millones de personas del mundo (la mayoría en el entorno rural) que no cuentan con estos servicios básicos en su vida diaria. 

En esta línea, cada 19 de noviembre desde 2013 se celebra el Día Mundial del Saneamiento. Este año, el tema es Who cares about toilets?, para poner en relevancia al retrete, el primero de todos los aparatos de la cadena de una instalación sanitaria que es un lujo para gran parte de la población mundial.

  • Desde 2010, el acceso a agua potable y a instalaciones de saneamiento se considera un derecho humano.
  • Gracias al uso de los retretes durante los últimos 200 años, el ser humano ha visto mejorar su esperanza de vida en 20 años, según apunta la periodista británica Rose George. Un mal saneamiento aumenta las posibilidades de sufrir malnutrición o caer en enfermedades que pueden llegar a ser fatales en algunas partes del mundo, como la diarrea, sobre todo en mujeres y niños.
  • En la actualidad, hay más teléfonos móviles que retretes en el mundo, según worldbank.org.
  • Más de 3.600 millones de personas de todo el mundo -más de la mitad de la población mundial-, no cuentan con acceso a servicios de saneamiento gestionados de manera segura. De ellos, 494 millones no tienen retrete: defecan al aire libre, como apunta un estudio de Naciones Unidas.
  • En ese mismo estudio se plantea que, de seguir a este ritmo deficiente, para 2030 solo se habrá alcanzado el 67% de cobertura de personas a nivel mundial.

Aunque es una conexión que no suele ser evidente, los sistemas de saneamiento son un instrumento fundamental para la lucha contra el cambio climático

Un buen sistema de saneamiento recoge los desechos humanos de forma eficiente y segura. Sin él, existiría el riesgo de contaminar el entorno en el que se almacenen y ensuciar las fuentes de agua y alimento más cercanas, lo cual potencia el contagio de enfermedades y la malnutrición.

Pero además, este tipo de sistemas permiten la regeneración del agua que desechamos cada día. Hoy más que nunca, y para evitar la creciente presión sobre los recursos hídricos, es necesario apostar por la recuperación del agua y por tratamientos avanzados que permitan su depuración.

Para ello, existen alternativas muy beneficiosas para el medioambiente, como la reutilización de aguas residuales en agua de riego de calles, zonas verdes, de producción agrícola o en procesos industriales. De esta forma, se consigue aliviar la presión sobre los ecosistemas hídricos y sobre el estado ecológico de ríos, acuíferos y ecosistemas costeros y, a la vez, darle una nueva vida al agua.

Si bien es cierto que el nuestro es un país que mejora cada año notablemente en los servicios de agua urbana y que cuenta con unas coberturas e infraestructuras satisfactorias, aún nos queda camino por recorrer en materia de recogida y tratamiento de aguas residuales. La Unión Europea insta a sus estados miembros a seguir avanzando en tratamientos de agua que permitan ahorrar y reutilizar. 

Solo con una infraestructura resiliente, renovada y fortalecida, seremos capaces de contar con un saneamiento de calidad, algo que gracias a la colaboración público-privada, se está haciendo realidad.

Ejemplo de ello es la gestión de Agbar en su compromiso con un saneamiento y un suministro de agua limpio y eficiente.

Agbar, grupo especializado en el ciclo integral del agua, está al frente de 793 plantas depuradoras y en 2020, trató 1.062, 9 hectómetros cúbicos, el equivalente a tratar el agua de más de 350.000 piscinas olímpicas.

En la actualidad, Agbar impulsa la evolución del modelo tradicional de plantas depuradoras a las “biofactorías”, plantas más modernizadas que:

    • regeneran el agua que depura la planta,
    • valorizan los residuos generados en el proceso de depuración,
    • y consiguen un balance energético cero, autoabasteciéndose de la energía producida en la misma planta.

Este modelo, ha conseguido el premio Naciones Unidas a la mejor innovación mundial de cambio climático (2018), premio que recogió Aguas Andinas, empresa del grupo que opera en Chile, que fue pionera en este modelo. 

En nuestro país, contamos con ejemplos destacados de este tipo de plantas. 

La biofactoría Sur de Granada, gestionada por EMASAGRA, la empresa municipal de abastecimiento y saneamiento de Granada (participada por el grupo Agbar), se ha convertido en un caso de éxito y referente de economía circular a escala internacional, ya que ha conseguido que prácticamente el 100% del agua depurada se reutilice para el riego de cultivos leñosos; casi la totalidad de los lodos, arenas y grasas se valoricen como abono en agricultura o jardinería, y se alcance la autosuficiencia energética durante algunos meses del año. E incluso se puede abastecer la flota eléctrica de la compañía.

Otra de las referencias es la biofactoría del Baix Llobregat, en Barcelona, gestionada por Aigües de Barcelona (participada por el grupo Agbar) que es una de las de las mayores y más modernas plantas de saneamiento de aguas residuales de Europa e incluye una de las estaciones de regeneración de agua más importantes del mundo. La capacidad de producción de agua regenerada para distintos usos es de más de 100.000 millones de litros al año, el volumen de más de 36.500 piscinas olímpicas, para distintos usos (riego agrícola, uso ambiental, usos municipales, usos industriales, etc.). La calidad del agua obtenida es tan alta que se puede infiltrar en el acuífero del Llobregat para hacer frente a episodios de intrusión salina.

El saneamiento también juega un papel importantísimo en la emergencia sanitaria en la que nos encontramos. Como ya sabemos, la higiene personal y, más concretamente, lavarse las manos frecuentemente es la principal línea de freno que tenemos contra el virus. Sin embargo, muchas personas carecen de acceso a una fuente de agua, por lo que están más expuestos, no solo al coronavirus, sino también a muchas otras enfermedades que se dan en los países más vulnerables. La pandemia ha puesto de relieve esta brecha más que nunca y corregir esta situación e invertir en saneamiento en aquellos lugares donde apenas existe es clave para frenar el contagio.

Además de la higiene individual, la tecnología también cuenta con un rol crucial en la pandemia global. En nuestro país, Agbar ha desarrollado COVID-19 City Sentinel, una solución de monitorización que detecta y cuantifica la presencia en las aguas residuales del virus SARS-CoV-2, permitiendo realizar seguimiento de la evolución del virus y anticipar la aparición de posibles nuevos brotes. 

Esta herramienta epidemiológica que se ha consolidado con la COVID-19 – está implementada en más de 100 municipios de España y hace el seguimiento a más de 13 millones de habitantes– permite la vigilancia de otras infecciones bacterianas o víricas como la gripe y así detectar, de forma precoz, su presencia para facilitar información a las autoridades para adoptar medidas efectivas.

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