Powered by
Los datos son realmente alarmantes: hasta el 40% de las zonas terrestres están degradadas, lo que afecta de manera directa a la mitad de la población mundial. Desde el año 2000, la duración y frecuencia de las sequías han aumentado un 29%, y se proyecta que para 2050, más de tres cuartas partes de la población mundial podrían verse afectadas por sequías si no tomamos medidas inmediatas, según ha alertado la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación.
Los bosques, las tierras áridas, las áreas agrícolas y los lagos están llegando a un punto de no retorno. Sin embargo, aún podemos cambiar el rumbo: plantar más árboles, revitalizar nuestras fuentes de agua y restaurar los suelos.
No podemos retroceder en el tiempo, pero sí podemos actuar ahora para garantizar un futuro sostenible. Este es el foco del Día Mundial del Medio Ambiente (DMMA) este 2024: detener la desertificación y fortalecer la resiliencia a la sequía. Naciones Unidas hace así un llamamiento a proteger y revitalizar los ecosistemas de todo el mundo, tal y como se contempla en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
A lo largo de los últimos años, el DMMA ha movilizado a millones de personas para participar en iniciativas que van desde la limpieza de playas hasta la plantación de árboles, pasando por campañas de concienciación y educación ambiental. Es una oportunidad para que todos, desde la ciudadanía hasta los gobiernos y las empresas, nos unamos en la causa común de proteger nuestro planeta.
Si nos fijamos en el caso particular de España, los datos señalan que es uno de los países más afectados de Europa en este sentido. Gran parte del territorio sufre ya las consecuencias de las sequías, especialmente en la zona sur y en Cataluña. Según el Barómetro de la Transformación Ecológica de Veolia, referente mundial en la gestión de los recursos agua, residuos y energía, realizado junto con la consultora Elabe, el 78% de la población española se siente vulnerable ante el cambio climático, frente al 65% que tiene esta percepción a nivel mundial. El 80% se siente expuesta a un deterioro de su calidad de vida.
Agbar, parte del grupo Veolia, representa un hub de conocimiento del agua experto en impulsar medidas ambientales transformadoras para aprovechar su ciclo integral y preservar el medioambiente. Con su extensa red que abarca más de 1.100 municipios y proporciona agua a 13 millones de personas en España, ha puesto en marcha un ambicioso proyecto de economía circular centrado en la regeneración y reutilización del agua.
Y es que la economía circular es el núcleo de la estrategia de la compañía. Ante la escasez hídrica, apuesta por la regeneración y reutilización del agua residual. Después de un tratamiento avanzado, el agua de las depuradoras se destina a nuevos usos en ciudades, agricultura e industria, como el riego de zonas verdes, campos agrícolas y la limpieza de calles. Esta agua regenerada, además, vuelve a través de los ríos y acuíferos en buenas condiciones al medioambiente para comenzar una nueva vida. De esta manera, se contribuye a reducir la presión sobre los recursos hídricos para no depender tanto de la lluvia.
Encontramos un buen ejemplo de ello en Cataluña, donde un 25% del agua consumida en el área metropolitana de Barcelona proviene de la ecofactoría del Baix Llobregat. Esta planta transforma las aguas residuales en agua regenerada, apta para riego, limpieza urbana e incluso para devolverla al río Llobregat y los acuíferos de la zona, manteniendo así el caudal ecológico y apoyando la biodiversidad.
La Región de Murcia, otro territorio muy afectado por la sequía, también se ha beneficiado de estas innovaciones. Las depuradoras de La Hoya en Lorca y Cabezo Beaza en Cartagena proporcionan agua regenerada para el riego agrícola, mitigando los efectos devastadores de la sequía y asegurando la continuidad de la producción de una de las principales zonas agrícolas de España. Este enfoque no solo protege el medio ambiente sino que también sostiene las economías locales que dependen del agua para su supervivencia.
Además de la reutilización del agua, Agbar está liderando la naturalización de sus instalaciones como parte de su estrategia de preservación del medio ambiente. Esta transformación convierte las plantas de tratamiento en infraestructuras verdes, integradas en el entorno natural y que promueven la biodiversidad. Estas medidas incluyen la eliminación de fitosanitarios y la implementación de planes de acción para proteger especies locales en peligro de extinción, entre otras.
Agbar también apuesta por Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN) para adaptarse al cambio climático de manera sostenible. En Rojales, Alicante, se ha creado una zona húmeda artificial que no solo evita vertidos durante lluvias torrenciales, sino que también fomenta la biodiversidad local. En colaboración con el ayuntamiento de esta localidad se han construido cinco lagunas artificiales en el parque de El Recorral, donde se han plantado especies autóctonas y se han instalado refugios para la fauna.
Este enfoque demuestra cómo la integración de tecnología y ecología puede generar múltiples beneficios ambientales: el paisaje y el agua han atraído a otros seres vivos que ahora prosperan en la zona y forman parte de su desarrollo natural.
El compromiso de Agbar con el medioambiente va más allá de sus operaciones técnicas: para conseguir esta transformación es fundamental promover la concienciación a través de iniciativas educativas que involucren a toda la población, como talleres, exposiciones y actividades de limpieza comunitaria que refuercen la importancia de la sostenibilidad y la protección de nuestros recursos naturales.
En este Día Mundial del Medio Ambiente, es crucial reconocer y apoyar estrategias innovadoras como las de Agbar, que no solo abordan la crisis hídrica, sino que también promueven la biodiversidad y la sostenibilidad a largo plazo.
Un proyecto de La Razón Content para