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un reto inaplazable

La biodiversidad es uno de los indicadores más fieles de la salud de nuestro planeta. Proteger el medio natural es esencial para mantener la vida tal y como la conocemos en la Tierra, incluida la humana. 

Agbar se compromete con la preservación y el cuidado de los ecosistemas naturales, protegiendo la biodiversidad en sus instalaciones y recuperando espacios naturales.

Más de 8 millones de especies de seres vivos (animales y plantas) habitan nuestro planeta. Esta inmensa variedad es uno de los tesoros más preciados que tenemos, ya que la biodiversidad es síntoma de la salud de los ecosistemas naturales que existen en la Tierra. 

Sin esa biodiversidad, perderíamos muchos de los recursos que nos son esenciales hoy en día.

Por ello, es fundamental hacer frente a factores que pueden amenazar esta biodiversidad como la deforestación o el cambio climático

Agbar forma parte del grupo Veolia, que es hoy en día un referente mundial de la transformación ecológica. La compañía se posiciona como un hub de conocimiento del agua que en España da servicio de proximidad a más de 13 millones de personas en más de 1.100 municipios.

Sus soluciones de gestión integral del ciclo del agua y de preservación del medioambiente tienen como denominadores comunes la digitalización y la innovación, así como un objetivo tan ambicioso como necesario: establecer modelos respetuosos y responsables con el clima y el entorno, que preserven la biodiversidad local y que impulsen la economía circular.

Y todo, en armonía con el 15º Objetivo de Desarrollo Sostenible “Vida de Ecosistemas Terrestres”, mediante la apuesta de Agbar por un plan corporativo de desarrollo sostenible, que preserva la biodiversidad en todas sus instalaciones, y protege y recupera los espacios naturales.

Así es como lo consigue.

A la hora de llevar a cabo su actividad, Agbar sigue algunas líneas de actuación que toman la innovación y la sostenibilidad como ejes centrales.

Una de esas líneas es la de naturalizar las instalaciones que gestiona, de forma que se integren completamente en su entorno natural y favorezcan sus funciones ecológicas y la biodiversidad local, haciéndolas unas infraestructuras más verdes.

Un buen ejemplo de esto es la medición de la huella ecológica de aquellas instalaciones que se encuentran en zonas sensibles y la implantación de planes de acción de biodiversidad

También han eliminado el uso de fitosanitarios de todas sus infraestructuras y han puesto en marcha protocolos de actuación para luchar contra las especies exóticas invasoras, a través de herramientas como “BIObserva STOP-invasoras”. Gracias a esta técnica, desde Agbar se realiza el control de 36 especies de flora invasora en sus instalaciones y se lleva a cabo un seguimiento a lo largo de los años.

Además, y más recientemente, la compañía ha implantado la Carta de espacio verde biodiverso, desarrollada con el soporte del Comité Francés de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) para Veolia y adaptada para las instalaciones de Agbar en España. Este documento recoge 10 compromisos, cada uno con sus acciones concretas y unos plazos para realizarlas sobre un calendario real, dentro de un seguimiento anual.

Depuradora Cabezo Beaza, un ejemplo de recuperación natural con más de 30 especies de aves.

Algunas de estas infraestructuras verdes son:

    • La planta potabilizadora de Sant Joan Despí, en el área metropolitana de Barcelona, junto al río Llobregat, en la que Agbar ha creado una reserva de mariposas y 42 especies florales, además de otras acciones como la instalación de hoteles de insectos, cajas-nido para rapaces nocturnas y refugios para erizos y anfibios.
    • En las depuradoras de Olot y Sant Joan de Fonts, en la comarca gerundense de La Garrotxa (Girona), se han creado dos jardines de mariposas y se ha disminuido la periodicidad de siega de las zonas herbáceas, creando prados floridos y herbazales que favorecen a los polinizadores y mejoran la biodiversidad del entorno. En Sant Joan de Fonts, además, se ha llevado a cabo un proyecto de restauración ambiental de los humedales artificiales de depuración, que mejora la calidad del agua del río y que trae enormes beneficios a las especies amenazadas que viven en estos hábitats acuáticos, como el ratonero patudo, una especie de murciélago que está catalogada en peligro de extinción en Cataluña.
    • En la depuradora de Cabezo Beaza (Cartagena, Región de Murcia), además de limpiar el agua, se está trabajando para la conservación de la biodiversidad gracias a las lagunas artificiales que sirven de refugio a más de 30 especies de aves acuáticas, entre ellas la malvasía cabeciblanca, un peculiar pato buceador con una población muy escasa y localizada que en España estuvo a punto de desaparecer el siglo pasado.

Agbar trabaja desde hace varios años para integrar los ecosistemas en su actividad, tanto en ámbito urbano como en espacios de interés natural, con soluciones basadas e inspiradas en la naturaleza

Estas soluciones, de acuerdo con la Comisión Europea, son aquellas que resultan “rentables y proporcionan simultáneamente beneficios ambientales, sociales y económicos, además de ayudar a crear resiliencia favoreciendo la biodiversidad

Una buena muestra son los humedales artificiales de depuración de Illa de Mar y de l’Embut que Agbar gestiona en la Delta del Ebro y que depuran el agua utilizada para el cultivo de arroz, mediante el uso de la vegetación acuática y los microorganismos.

Una ave en una instalación del grupo - Emilio Chacon.

En las Islas Canarias también se ha iniciado el proyecto NATALIE, financiado por el programa HORIZON de la Comisión Europea. El objetivo principal del proyecto es desarrollar y testear tres SbN para aumentar la resiliencia frente al cambio climático, utilizando el agua como eje transversal, con el foco en la restauración ambiental y la participación social.

Además, Agbar está implementando una tecnología innovadora llamada Managed Aquifer Recharge que permite la recarga de acuíferos a través de un proceso de depuración natural e infiltración del agua. Las capas reactivas colocadas en el fondo de las balsas y la vegetación plantada dentro de las mismas actúan como filtros naturales y favorecen la eliminación de contaminantes, mejorando la calidad del agua, y la creación de un nuevo hábitat de humedal.

Lo hace, por ejemplo, dentro del proyecto LIFE REMAR para la recarga del acuífero Baix Camp con agua tratada de la depuradora de Cambrils (Tarragona).

Otro de los planes en los que Agbar está actuando es en el de la biodiversidad urbana, con soluciones para la gestión del ciclo del agua que hacen de las urbes lugares más preparados y resilientes ante el cambio climático.

Por un lado, el parque La Marjal en Alicante es una zona de ocio inundable, creada para retener las aguas pluviales y mitigar así las inundaciones en la ciudad durante episodios de lluvias torrenciales. 

Se ha diseñado utilizando vegetación que recrea un hábitat natural inundable frecuente en esta zona, como son las marjales. Las lagunas que permiten almacenar las aguas pluviales se mantienen con agua regenerada de forma permanente todo el año y sirven de refugio y parada migratoria para una gran diversidad de especies de aves acuáticas.

Por otro lado, el parque El Recorral de Rojales, en Alicante, aloja 5 lagunas artificiales naturalizadas que sirven para almacenar y distribuir agua regenerada procedente de la depuración, creando unos espacios naturales que han sido revegetados con planta autóctona y donde se han instalado refugios de fauna, convirtiéndolos en una zona de gran riqueza de biodiversidad y de ocio para la ciudadanía. 

El agua regenerada de las depuradoras se usa en el riego de zonas verdes y permite el asentamiento y reproducción de diferentes especies acuáticas. Todo esto ha atraído a multitud de otros seres vivos como aves, anfibios, reptiles, mamíferos e invertebrados que ahora habitan y prosperan en la zona.

Parque La Marjal, en Alicante, caracterizado por albergar una gran biodiversidad.

Además de todo lo anterior, Agbar fomenta una cultura para la conservación del medioambiente sensibilizando y concienciando a sus trabajadores y las comunidades locales sobre el buen uso y cuidado del agua.

Como muestra, el Programa BIObserva Voluntariado es una iniciativa corporativa con más de 270 trabajadores de la compañía como voluntarios, implantada en 90 instalaciones, que observan las especies de avifauna en sus centros de trabajo y llevan a cabo su registro en una app o en una web de acceso público. 

Esto se comparte en el Sistema Global de Información sobre Biodiversidad (GBIF), una red internacional de infraestructura de datos financiada por los gobiernos para ofrecer acceso abierto a datos de biodiversidad.

A día de hoy, las más de 145.000 observaciones recogidas han permitido conocer más sobre la calidad ambiental de las instalaciones.

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