Años de perfeccionamiento para
mantener y perpetuar la tradición familiar

Para el joven Juan, recordar su infancia era rescatar una parte de su vida en la que la mayor parte del tiempo lo pasaba viajando de un lugar a otro. El trabajo de su padre como jefe de seguridad en recintos industriales en construcción, no les permitía permanecer más de tres años en el mismo sitio; la falta de apego o el sentimiento de pertenencia a un pueblo o una ciudad eran compensadas con la riqueza de conocer lugares y culturas diferentes, de tener amigos repartidos por todo el mapa y de ser capaz de reconocer a leguas el origen de casi cualquier receta tradicional.
Pero si hay algo que tiene grabado a fuego en su retina son los siempre divertidos veranos en la costa cantábrica con toda su familia, en la que cada verano disfrutaba de los meses estivales en compañía de todos sus primos, sus tíos y sus abuelos. Los largos días en Santoña los aprovechaba para caminar por el monte Buciero o recorrer de principio a fin el paseo marítimo del municipio, casi siempre bajo amenaza de lluvia.
