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La región ofrece una gran multitud de rincones rurales con encanto para disfrutar con calma
Castilla La Mancha ofrece una gran riqueza natural, histórica y cultura en sus cinco provincias: tradición, paisajes fascinantes, rica gastronomía y gente acogedora.
¡Toma nota de algunos de los lugares que no puedes perderte!
El turismo de interior es ahora más que nunca un soplo de aire fresco. Castilla La Mancha es conocida por ser la tierra de Don Quijote, pero su atractivo no termina ahí. Se trata de un lugar donde disfrutar de la tranquilidad, de ver impresionantes atardeceres, descubrir pueblos realmente característicos y recorrer su amplio territorio disfrutando de su gastronomía y de la afabilidad de sus gentes. Castilla La Mancha ofrece cordialidad y parajes naturales capaces de envolver y seducir a los turistas que la visitan.
Este verano atrévete a hacer un viaje al interior, a la serenidad de las zonas rurales, a la calma de los pueblos castellano-manchegos alejados del ruido y la prisa.
Comenzamos este viaje por Castilla La Mancha en Guadalajara. Sigüenza es uno de esos pueblos donde podrás sentirte como si estuvieras en la Edad Media. Su riqueza patrimonial incluye un castillo del siglo VIII – hoy, parador de Turismo – y la majestuosa catedral de Santa María de Sigüenza que data del año 1869 y que se alza sobre la ciudad. Por si esto fuera poco, Sigüenza presume además de una gastronomía muy tradicional con productos de la zona de gran calidad.
Pero no es el único atractivo de Guadalajara: la ruta de los Pueblos de Arquitectura Negra es un espectáculo único. Se trata de un interesante viaje por carreteras serpenteantes que nos conducen a lugares silenciosos donde conectar con la naturaleza y la arquitectura en pizarra más tradicional. Su contraste con otros tonos del paisaje, como el ocre de las montañas, convierten a esta zona en un enorme lienzo natural del que merece la pena formar parte.
Continuando con este recorrido hacia los orígenes y la tranquilidad, seguimos con Molina de Aragón, un pueblo medieval plagado de historia con su propia alcazaba que permite evocar otras épocas pasadas. Otro pueblo que cuenta con una espléndida fortaleza medieval es Torija, ubicado en un estrecho valle a las puertas de la Alcarria que llamó la atención del gran Camilo José Cela. Su obra ‘Viaje a la Alcarria’ tiene su propio museo en este municipio. En esta obra Cela también menciona Pastrana, una hermosa villa ducal entre el Tajo y el Tajuña famosa por sus conventos carmelitas fundados por Santa Teresa y San Juan de la Cruz. En su palacio acabó encerrada la Princesa de Éboli, cuya historia se recuerda en cada rincón de Pastrana.
Terminamos este recorrido en Trillo, a orillas del río Tajo, un lugar que nos ofrece naturaleza en estado puro y retazos de historia a través de sus monumentos. Su puente sobre el río es su seña de identidad.
Saltamos a la provincia de Cuenca, conocida por sus pintorescos parajes y su riqueza patrimonial. Empezamos este recorrido en Belmonte, un pueblo tranquilo situado en la carretera que une Cuenca y Alcázar de San Juan donde visitar la gran Colegiata de San Bartolomé y uno de los castillos más carismáticos y mejor conservados de la época, que mezcla estilos desde el gótico al mudéjar.
En la sierra conquense encontramos una gran cantidad de paisajes naturales de gran valor: las hoces y cañones excavados por los ríos Júcar y Escabas, los extensos pinares o los bosques de tilos, así como la gran biodiversidad de la zona, donde se refugian algunas especies protegidas como el águila real. Descubre esta reliquia natural a través de sus pueblos: Uña, Huélamo, Tragacete, Cañete o Huerta del Marquesado.
Podemos completar el viaje visitando el monasterio de Uclés, la Plaza Mayor renacentista de San Clemente o las casas señoriales de Huete.
Nuestro viaje continúa en la provincia de Ciudad Real, un territorio donde el turista podrá empaparse del carácter manchego y sentir que es un personaje más de ‘El Quijote’.
Almagro es parada obligatoria: su Plaza Mayor es una de las más bellas de Castilla La Mancha: rodeada de balcones y galerías porticadas, recuerda a un escenario teatral. Cuenta con su propio corral de comedias, un espacio de teatro muy popular en el siglo XVII. Para continuar con esta tradición escénica, cada año se celebra el Festival de Teatro Clásico en este escenario. Una experiencia inolvidable.
Ciudad Real es, además, la tierra de Quevedo: y Torre de Juan Abad fue señorío del escritor entre 1620 y 1645 y murió en la imponente Villanueva de los Infantes, en el Campo de Montiel.
El recorrido por la provincia de Ciudad Real termina con una de las estampas manchegas más reconocibles: los Molinos de Campo de Criptana, los gigantes de Don Quijote, presiden la gran llanura que nos conecta directamente con la provincia de Toledo a través de la localidad de Consuegra, donde se conservan otros doce molinos.
Muy cerca de la capital, a tan solo 56 kilómetros, encontramos Tembleque, cuyo mayor atractivo es una plaza porticada de planta cuadrada del siglo XVII declarada Bien de Interés Cultural.
Destaca también la plaza barroca de Ocaña, los majestuosos castillos de Oropesa y Escalona, y la tranquila población de El Toboso, conocida por ser el lugar de procedencia de la amada de Don Quijote, Dulcinea.
Terminamos nuestro recorrido por la Castilla La Mancha más rural en la provincia de Albacete. Uno de los grandes orgullos de esta zona es Alcalá de Júcar, uno de los pueblos más pintorescos de La Mancha. Se trata de un pueblo laberíntico que ha sabido conservar sus orígenes y conservar su encanto más natural.
Por otra parte, tenemos la villa de Alcaraz, situada en la ladera del Cerro de San Cristóbal. Se trata de unos de los Conjuntos Histórico-Artísticos más hermosos de Albacete que desprende aire de Renacimiento.
No hay mejor manera de terminar este viaje al interior que en la Sierra de Segura. En esta zona podemos visitar el municipio de Yeste, un punto de entrada a un paraje natural poco conocido: la cuenca alta del río Segura. No muy lejos de allí encontramos también el nacimiento de uno de sus afluentes, el río Mundo, un lugar repleto de vegetación, cascadas y pozas que nos recuerda que en Castilla La Mancha podemos encontrar mucho más que extensas llanuras.
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