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Diversos perfiles profesionales trabajan de manera perfectamente coordinada. Formados, con gran dedicación y pasión por la geriatría, los trabajadores de las residencias de mayores CleceVitam cumplen un cometido fundamental en la atención de nuestros seres queridos durante esta etapa de su vida para que tengan cubiertas sus necesidades, conserven su autonomía y se sientan como en casa.
Es el caso de la residencia CleceVitam Ponent, en Lérida, un lugar acogedor, socialmente dinámico y muy humano que cuenta con un equipo profesional que basa su trabajo en el modelo de Atención Integral Centrada en la Persona (AICP). Este enfoque coloca al usuario en el centro de todo: recibe un trato totalmente individualizado no solo para prestarle las atenciones correspondientes, sino también para respetar sus deseos y gustos personales. Llevar a cabo con éxito esta labor requiere una combinación de habilidades técnicas con un fuerte sentido de compromiso y servicio por parte de los trabajadores.
Para comprender mejor cómo se materializa esto en la práctica, hemos hablado con el equipo multidisciplinar de CleceVitam Ponent. Cada miembro desempeña una función crucial en el cuidado y la calidad de vida de los residentes, abordando no solo sus necesidades médicas y físicas, sino también aspectos emocionales, sociales y personales.
Blanca Sender i Senar es la directora del centro y se encarga de supervisar que este engranaje funcione como un reloj. El trabajo comienza antes de que la persona ingrese en la residencia, cuando Nuria Baldomá, trabajadora social, se comunica con las familias para proporcionar la información sobre cómo será el día a día en el centro. En esta conversación se presenta a la que será su unidad de convivencia y su profesional de referencia para que el residente se sienta acompañado en todo momento. “También pautamos un seguimiento quincenal para charlar sobre la evolución del nuevo usuario”, añade. Además, se encarga de ofrecer asesoramiento a los familiares sobre trámites relacionados con la dependencia y prestaciones económicas, por ejemplo.
Una vez instalado en su nuevo hogar, el residente tendrá una rutina con actividades dirigidas a hacer su estancia agradable y promover su autonomía. Laia Valverde es la educadora social y se encarga precisamente de dar ese sentido de comunidad y de “casa”. Para ello, presenta a los otros convivientes, muestra los horarios y ofrece un espacio adecuado para que cada uno cultive sus hobbies. Se puede decir que buena parte de su labor consiste en potenciar esa dimensión lúdica y creativa para que, así, la persona mayor elabore y dé continuidad a su propio proyecto de vida.
Los usuarios cuentan además con otras figuras esenciales para llevar a cabo ese plan de atención directa y promoción del envejecimiento activo. Eduardo Ruiz es el fisioterapeuta de CleceVitam Ponent que trabaja, tanto en sesiones individuales como grupales, la movilidad, la recuperación o el mantenimiento. “Si, por ejemplo, a una persona le han puesto una prótesis de cadera el objetivo es que vuelva a caminar de nuevo”, explica.
Otro perfil de referencia es la responsable higiénico-sanitaria del centro, es decir, la enfermera. Laura Marsal explica que su trabajo va mucho más allá de lo que a priori se pueda imaginar. Basándose en un modelo centrado en la persona, busca dar soporte tanto a los usuarios como a las familias para encontrar los recursos necesarios que les hagan disfrutar de una buena calidad de vida. “No se trata de curar, sino de prevenir -señala-, y esto lo hacemos detectando bien las capacidades y autonomía de cada persona de manera conjunta”.
Dentro del equipo de atención sociosanitaria también se encuentra Andrea Roca, psicóloga de la residencia. Su enfoque se centra en acompañar emocionalmente a los residentes, estimular sus capacidades cognitivas y promover su autonomía. “El objetivo es que puedan desenvolverse con el máximo potencial de sus capacidades -comenta-. Intentamos siempre fijarnos en las fortalezas para reconocer el valor y la singularidad de cada usuario”. El trabajo de Andrea no se limita a la terapia propiamente dicha; también consiste en asegurarse de que mantengan su identidad y sentido de pertenencia.
Sin embargo, lo que distingue a los profesionales de las residencias CleceVitam es su compromiso humano y vocacional. Más allá de sus tareas laborales, se convierten en amigos, confidentes y un apoyo emocional para los usuarios. Escuchan historias de vida, comparten risas y dan consuelo en determinados momentos.
Todos coinciden en que el trabajo con personas mayores es muy vocacional. Destacan su gratitud, la satisfacción personal de ver cómo los residentes mejoran y recuperan su independencia y la idea de acompañarlos en esta etapa de la mejor manera posible. “A veces, llegan viendo solo la parte negativa y nos esforzamos en cambiar esa percepción totalmente -explica la directora-. Recuperan las ganas de salir, de celebrar la Navidad, de compartir momentos con la familia…”. Por su parte, la psicóloga señala la importancia de acompañar en lo emocional para poder integrar todo lo vivido hasta entonces. La trabajadora social admite que, en ocasiones, se viven momentos duros, pero que también hay otros realmente inolvidables que no los cambiaría por nada. “Aprendemos mucho con ellos”, concluye.
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