La situación de nuestra cotidianeidad, tal y como la conocíamos, ha sufrido un cambio radical por la llegada del coronavirus. A pesar de que existen muchísimas limitaciones por el estado de alarma y que nuestros hábitos de consumo han cambiado, cuando vamos al supermercado los productos están ahí. Por repetición, es algo que damos por hecho, pero para que esto sea algo de lo más común en el momento de la compra tiene que haber personas que, primero, produzcan esos alimentos y, seguidamente, lo distribuyan.
¿Acaso se puede crear de la nada una lechuga? ¿O un filete de carne? ¿Quizás un litro de leche?
En otras palabras, detrás de vitrinas, puestos y estanterías de las superficies de alimentación hay agricultores, ganaderos y productores locales que hacen posible la compra de estos artículos. Un colectivo que, en general, ha mantenido su actividad productiva a pesar de la situación extraordinaria provocada por el coronavirus.