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El cáñamo es uno de los cultivos que más tiempo lleva con el ser humano y, gracias a su alto valor nutritivo y proteínico, se le considera un súper alimento natural. Tiene muchas propiedades muy saludables y su uso terapéutico cada vez se extiende más entre la comunidad científica.
Cannabis Sativa es el término utilizado en botánica para denominar el cáñamo y el cannabidiol es uno de los muchos elementos (más de 80) que podemos encontrar en este tipo de cannabis. Su uso y aplicación se ha extendido y popularizado estos últimos años, aunque aún existen muchos mitos en torno a su figura.
Hoy los derribamos.
Los cannabinoides son compuestos naturales que interactúan con los receptores del cuerpo para producir algunos efectos psicológicos. En la planta del cannabis, hay alrededor de 100 diferentes, pero los más habituales son el THC y el cannabidiol (CBD).
Casi todos los animales mamíferos, entre los que se encuentra el ser humano, producimos endocannabinoides; es decir, receptores endógenos que son responsables de algunos de los procesos fisiológicos más importantes de la vida, como pueden ser el apetito, el humor y el dolor.
Para ser una molécula ínfima y minúscula, el CBD ha acaparado muchísimo interés, sobre todo en los últimos tiempos. De hecho, ahora es habitual que su uso sea visible en los campos de la medicina y la alimentación nutracéutica, pero ¿desde cuándo?
Como tantas otras cosas, los orígenes del CBD surgen en un laboratorio. Era el año 1940 cuando el químico Roger Adams, en una investigación farmacológica, consiguió extraer el CBD del cannabis. Más tarde, el doctor Raphael Mechoulam, también llamado “el padre de la investigación del cannabis”, aportó varios estudios sobre los usos terapéuticos y médicos de los cannabinoides y en 1963 publicó la estructura química del CBD.
Esto fue especialmente relevante, ya que supuso un antes y un después en lo que se sabía acerca del cannabis y de sus posibles aplicaciones en la salud. Precisamente, conocer la estructura química del CBD contribuyó a desligarlo de los efectos psicoactivos y de euforia, de los que el THC es responsable.
El THC y el CBD tienen algunas cosas en común.
Por ejemplo, molecularmente son muy parecidos. Ambos componentes están compuestos de 21 átomos de carbono, 30 de hidrógeno y 2 de oxígeno, pero el orden en el que aparecen es crucial para marcar la diferencia.
Además, tanto el THC como el CBD afectan la liberación de neurotransmisores en nuestro cerebro, que son los encargados de mandar mensajes entre las células y que dan cuenta cuando sentimos dolor, estrés, sueño, etc.
Sin embargo, su principal distinción es que no tienen los mismos efectos psicoactivos.
El THC interactúa sobre todo con los receptores de CB1 del sistema nervioso central, lo cual afecta la percepción y crea sensación de euforia. Se suele decir que los efectos del THC “se pueden sentir”.
Por su parte, el CBD apenas interactúa con estos receptores, y sí tiene una mayor afinidad con los receptores de CB2 del sistema nervioso periférico, por lo que sus efectos “no se sienten”. El CBD no produce intoxicaciones ni adicción y, por el contrario, es un componente muy positivo para relajar y gestionar el dolor y el sueño en algunos casos.
Una de las formas más habituales de comercializar el CBD es en forma de aceites y de su flor.
Las partes más ricas en CBD de la planta del cannabis suelen tener un aspecto natural aceitoso y resinoso, por lo que el aceite es la presentación más natural de este compuesto.
En lo que llevamos de siglo, el uso del aceite CBD está creciendo a pasos agigantados en países como Estados Unidos, donde su aplicación como remedio común para algunas dolencias está cada vez ya socialmente aceptado y extendido.
¿Cómo se extrae?
Aunque existen varios métodos para extraer el CBD de la planta, el más habitual es que se realiza con CO2, ya que garantiza una mayor calidad. Con la temperatura y la presión adecuadas, el CO2 asegura un proceso inocuo tanto para las personas como para el medioambiente. Además, permite, al contrario que algunos disolventes, mantener mejor las propiedades de la planta de cáñamo al ser menos agresivo, lo que se traduce en un aceite más rico y puro.
Algunos de los beneficios más importantes
De hecho, sus propiedades han empezado a usarse también para animales domésticos como perros y gatos. Su aplicación puede contribuir a algunas afecciones de nuestras mascotas, tales como la inflamación, el dolor, convulsiones…
Las flores CBD son una de las fuentes más naturales de este compuesto. Se trata de una alternativa perfecta para aquellas personas que quieran obtener el sabor y el olor del cannabis, de una forma totalmente legal y sin los principios psicoactivos del THC que ya hemos visto.
La forma de disfrutar de estas flores es variada y al gusto del consumidor, ya que se pueden fumar, vapear e incluso ingerir, cocinándolas y añadiéndolas a alguna receta.
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