Siempre estamos buscando el mejor momento para todo, y mientras llega, nos preparamos para cuando llegue. Pero es que no todos nosotros estamos preparados para conducir un superdeportivo, navegar en kayac, una ruta por el mediterráneo, saltar en paracaídas, montar a caballo o un viaje en globo.
El caso es que la vida trata de no dejar de moverse. Nunca, bajo ningún concepto. Solo entonces podremos decir que hemos vivido con intensidad, con pasión, con entusiasmo.
El despertador, el primer bostezo, el camino hacia la ducha. Antes de que el desayuno empiece su digestión, arrancamos un día más.
¿Estamos preparados? Coche, atascos, ruido, claxon, prisas y estrés. Cada semana afrontamos nuevos retos: reuniones, viajes de ida y vuelta, llamadas, visitas, propuestas, comidas de trabajo y eventos.
Estar preparado significa olvidarte de las casualidades y seguir adelante, superando cada desafío que aparece en el camino. También significa ser el primero en apuntarse para hacer el mejor viaje de los que has hecho con tus amigos, música y fiesta en ese destino paradisíaco.
Probablemente, el mejor momento del año. Multitud de momentos de risas y alegrías al zurrón de los recuerdos vividos.
Mantener el foco en lo que de verdad es importante, divisar tus objetivos, armarse de valor e ir a por ellos. Estar preparado es saber adelantarse a los giros en el guión, es actitud, ganas, perseverancia, lucha y tesón. Creer y confiar en uno mismo en cada paso, en cada salida, en cada decisión y en cada detalle.
Detalles que serán los que puedan marcar grandes diferencias y convertirán cada momento de tu vida en una toda una aventura.
Pero por encima de todo, tú y yo nos preparamos para la vida sin renunciar a nuestra imagen, para no perder nunca de vista el estilo que llevamos dentro y que nos hace únicos, singulares e irrepetibles.
Un estilo que, a la vez, nos convierte en seres camaleónicos, preparándonos para desenvolvernos como pez en el agua en cualquiera de las situaciones que nos surjan.
