Desde hace décadas, los principales fabricantes de automóviles en todo el mundo trabajan para mejorar los sistemas de asistencia a conductores. Si bien entonces esta especie de boom de la conducción autónoma sonaba a ciencia ficción, en 2004 ya se estaban realizando las primeras pruebas con tal éxito que, actualmente, son una realidad con previsiones muy halagüeñas de cara al futuro.
Gracias al inmenso potencial de compañías como Hyundai, los modelos autónomos se presentan como una alternativa capaz de convencer con diferentes argumentos: movilidad más eficiente y asequible, menos emisiones, ahorro de recursos, control del tráfico… Las ventajas que presenta este tipo de conducción combinan a la perfección la seguridad con la sostenibilidad sin perder de vista, eso sí, que seguirá necesitando de la presencia humana durante mucho tiempo en determinadas situaciones.