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Viena Capellanes

Un pan, Pío Baroja y 150 años de historia: Viena Capellanes, un negocio con miga

Pasear por las calles de Madrid conlleva, muy probablemente, toparse con uno de los 26 establecimientos que Viena Capellanes tiene repartidos por la ciudad. Un reflejo de uno de esos negocios ‘para siempre’, que representa una forma única y especial de relacionarse con sus clientes.

En este siglo y medio, aquella primera panadería ha ido creciendo hasta tener 26 establecimientos en Madrid, habiendo diversificado su negocio y teniendo nuevas ramas de actividad. 

Un lugar para la historia

Antonio Lence Moreno es el director general de esta empresa 100% familiar. La familia Lence es propietaria de este negocio desde principios del siglo XX, cuando sus antepasados compran la empresa a los herederos del fundador original, los hermanos Baroja, Pío Baroja y Ricardo Baroja. “De pequeño siempre nos contaban en literatura que Pío Baroja había sido panadero, pero en realidad fue dueño de Viena Capellanes”, recuerda con orgullo Lence Moreno.

El director general nos recibe en el establecimiento que la empresa tiene en la calle Luisa Fernanda, muy próxima a la Plaza de España, el Templo de Debod o la calle Ferraz. Es uno de los locales más antiguos que regenta Viena Capellanes. Más concretamente, de los años 20 del siglo XX. 

“Es un local atípico dentro de nuestra cadena, porque este siempre ha sido un local específicamente destinado a la hostelería”, detalla Antonio Lence. Mientras que el resto de los establecimientos han sido tiendas de pastelería que, posteriormente, se han transformado en cafeterías, el Café Viena “siempre, desde su origen, ha sido una cafetería al estilo de los cafés centroeuropeos de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Hemos sabido y querido mantener su esencia, porque además es un establecimiento protegido y tiene el encanto de ese paso del tiempo”.

Con tantos años a sus espaldas, si las paredes del establecimiento pudieran hablar serían una verdadera lección de historia. “Ha sido un centro de reunión del barrio, como pasa muchas veces con este tipo de negocios”, reflexiona el director general de Viena Capellanes. Frente a otros cafés míticos de Madrid que también arrancan su vida en los años 20 del siglo pasado, el Café Viena está en un barrio fuera del puro centro. “Fue un capricho de uno de nuestros fundadores familiares (Manuel Lence)”, contextualiza nuestro interlocutor. Al vivir en ese mismo edificio, “estaba acostumbrado al ambiente literario, porque él se formó y se crio con los Baroja hasta que les compró la empresa”. Por eso, quiso mantener un sitio de reunión para que se produjeran ese tipo de encuentros que él había visto cerca de su casa. Y por eso hizo el Café Viena. 

Un café que tiene una historia muy dilatada, acogiendo muchas actividades, tertulias literarias y del mundo de la cultura. Por su cercanía a la sede del PSOE, que está en la calle Ferraz, “durante toda la transición fue un centro de reunión, de muchas reuniones políticas, de muchas comidas que venían aquí a arreglar España”, recuerda Antonio Lence.

Diversificar y sobrevivir

Además de estos establecimientos, Viena Capellanes tiene una red de córneres dentro de varias empresas donde se desarrolla una actividad muy parecida a la de las tiendas, pero dentro de estas corporaciones para “atender a los empleados de esas empresas”. También se dedican al catering (una parte importante del negocio) y un hotel. “Estamos intentando hacer muchas cosas para sobrevivir en estos tiempos tan duros que nos ha tocado vivir”, señala Antonio Lence.

De hecho, la propia supervivencia es la principal dificultad a la que, según su director general, se enfrenta Viena Capellanes. “Cumplir tantos años es un orgullo, un honor, pero también tienes que ir renovando los clientes. En un negocio como el nuestro tienes que buscar la esencia para que tu cliente tradicional siga encontrándose cómoda en él, pero también tienes que ir renovando para que la gente joven siga entrando. Buscar ese equilibrio es un poco complicado”, relata.

Para lograr ese equilibrio entre tradición y modernidad, Lence asegura que hay que hacer “mucho esfuerzo, que muchas veces no se ve” y que puede materializarse en cosas tan diversas como innovación de producto o en servicio cuidado. Porque, según este experto, mantener al cliente “de toda la vida, que es tu esencia” pero también al cliente (al que le “resultas atractivo por valor añadido frente a otros”) responde a una fórmula esencial: dedicación al cliente y calidad. “Somos incapaces de hacer las cosas mal en todos los sentidos: utilizamos las mejores materias primas, intentamos hacer la cosa con nuestros artesanos lo más cuidadas posible, siempre un producto elaborado artesanalmente. Y eso es una garantía de mantener esa confianza”, detalla. 

Lealtad

Antonio Lence considera que, “precisamente por eso”, la gente “debe intentar respaldar a ese tipo de negocios que han demostrado (y llevan muchos años demostrando) esa voluntad de permanecer en la sociedad”. Además, asegura que ese apoyo es recíproco, en el sentido de que Viena Capellanes intenta corresponder a esa sociedad “haciendo las cosas lo mejor posible, cuidando la sostenibilidad, cuidando el mundo que tenemos a nuestro alrededor”. 

En este punto, surge otro aspecto clave: la lealtad. “Nosotros somos muy fieles a nuestros proveedores, mantenemos a proveedores muchos años, porque hemos recorrido gran parte de nuestro camino juntos”.

Un principio que se extrapola a otras áreas del negocio, entendiendo por proveedores a los de materias primas, también a los de servicios o los propios empleados. “Tenemos la suerte de contar con mucha gente que lleva prácticamente toda su vida profesional con nosotros, que confían en el proyecto y que viven su camiseta, por decirlo de alguna forma, y se sienten orgullosos de ser parte de este proyecto”, nos cuenta. 

Un relato en el que también aparecen los bancos. “Son nuestros aliados, nuestros compañeros de viaje”, explica, concediéndoles un papel importante especialmente en los “tiempos complicados que hemos atravesado”. Lence explica que su gestor del Banco Sabadell ha estado pendiente de sus necesidades para ayudarles.

“Son un valor muy importante”, añade, porque “te acompañan en ese camino y tienen que ser necesariamente tus aliados y tus cómplices un poco en toda tu actividad”.

La voz de la experiencia

Con 150 años a sus espaldas, la dirección general de Viena Capellanes se piensa antes de hacer una recomendación a otros negocios, pero concede que lo fundamental es hacer las cosas con honestidad. “Al final, la vida y los negocios tienen un recorrido en el que a los que hacen las cosas mal se les termina viendo, normalmente más antes que después. Por eso hay que tener esa voluntad de hacer las cosas con honestidad y lo mejor posible”, sentencia. 

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