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Debido a su morfología y localización, así como a su desarrollo embriológico va a ser responsable de diferentes patologías en el varón adulto. Las tres patologías más frecuentes y habituales que van a producirse en la próstata y que pueden encontrarse de manera aislada o conjunta son la hiperplasia benigna de próstata, la prostatitis y el cáncer de próstata.
Es la enfermedad más frecuente y que provoca múltiples síntomas en el varón, fundamentalmente derivados de la obstrucción que produce, derivado de su crecimiento, al paso de salida de la orina. Los síntomas que acontecen se dividen en dos tipos, de vaciado (dificultad para iniciar la micción, chorro flojo y entrecortado, tenesmo vesical) y de llenado (urgencia miccional, polaquiuria y nicturia). Es importante saber identificar estos síntomas para acudir al urólogo, que se haga un diagnóstico adecuado y se instaure un tratamiento correcto en función de la progresión y estadio de la enfermedad.
El tratamiento puede ser médico, basado en medicamentos, cuyo objetivo es disminuir los síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes o bien quirúrgico. El tratamiento quirúrgico ha presentado múltiples novedades gracias a nuevos tratamientos mínimamente invasivos que permiten una rápida reincorporación del paciente a la vida personal y profesional. Dentro de esos tratamientos mínimamente invasivos podemos destacar el uso de vapor de agua (Rezum) y Aquablation, que son terapias ablativas que permiten una rápida incorporación del paciente a la vida laboral-social y pueden hacerse de forma ambulatoria. Incluidas como terapias poco invasivas y por vía endoscópica existen igualmente diversas técnicas como la resección monopolar o bipolar, la fotovaporización con láser greenlight (y otros tipos de láseres) y con energía bipolar.
En general, estas técnicas se utilizan en pacientes con próstata de volumen inferior a 80 cc. Para pacientes con próstata de volumen superior a 80 cc se recomienda la realización de enucleación prostática que puede hacerse por diversos métodos. La clásica enucleación prostática por cirugía abierta (adenomectomía o prostatectomía simple) se está sustituyendo por la enucleación endoscópica con uso de energía láser (holmium-tulio-diodo) o energía bipolar. Otras opciones de enucleación prostáticas menos extendidas incluyen la prostatectomía simple laparoscópica o asistida por robot. El uso de inyecciones prostáticas, dispositivos intraprostáticos o stent, así como la embolización prostática se utilizan en un menor número de pacientes y con indicaciones muy concretas, pero no de forma habitual.
La prostatitis es la inflamación de la glándula prostática con frecuencia producida por una infección. Cuando la infección se presenta de forma aguda el paciente suele presentar fiebre, dolor con la micción, dificultad miccional y polaquiuria intensa. Si la infección se cronifica el paciente suele presentar síntomas miccionales de llenado y vaciado parecidos a los que acontecen en la hiperplasia benigna de próstata y con frecuencia asocia molestias y/o dolor a nivel perineal irradiado hacia el pene, junto con eyaculación dolorosa en ocasiones. En estos casos en los que existe sospecha de infección prostática es recomendable la realización de cultivos específicos (varias tomas de muestra de orina y semen con/sin masaje prostático) y pautar tratamiento antibiótico prolongado (con frecuencia entre 4-6 semanas) asociado a tratamiento antiinflamatorio por vía oral o transrectal.
Es importante tratar de forma adecuada este tipo de infecciones para evitar su cronificación y la existencia de síntomas que alteran la calidad de vida del paciente. Existen otro tipo de prostatitis abacteriana (no producida por infección) que pueden tratarse con tratamiento analgésico/antiinflamatorio, infiltraciones locales o uso de otro de terapias alternativas.
El cáncer de próstata constituye la neoplasia más frecuente del varón y tiene un espectro de presentación clínica amplio, aunque en la mayoría de los casos el cáncer se detecta de forma precoz y una etapa en la que se puede ofrecer al paciente una terapia con intención curativa. En líneas generales es recomendable la determinación del antígeno prostático específico (PSA) en torno a los 50 años, y a partir de los 40-45 años en pacientes con antecedentes familiares. Debe completarse esta determinación con un tacto rectal que nos informa de la consistencia, tamaño y movilidad de la glándula.
En la actualidad, la realización de una resonancia nuclear magnética (RNM) previa a la decisión de realizar una biopsia de próstata es determinante en la mayoría de los pacientes, ya que permite utilizar técnicas de fusión de imagen para biopsiar las zonas sospechosas indicadas en la RNM y optimizar el diagnóstico disminuyendo los riesgos. El tratamiento del cáncer de próstata localizado o localmente avanzado puede ser unimodal o multimodal, basado principalmente en la cirugía (prostatectomía radical) y radioterapia (radioterapia externa o braquiterapia). La cirugía puede optimizarse realizándola por vía laparoscópica y principalmente asistida por robot.
Existen otras terapias que se pueden usar en el cáncer de próstata localizado como crioterapia, HIFU y otras, pero existe una menor evidencia científica y menor experiencia en el tiempo. En los últimos años, se ha extendido de manera considerable la vigilancia activa en pacientes con cáncer de próstata localizado de bajo riesgo, permitiendo evitar los principales efectos adversos del tratamiento (incontinencia urinaria y disfunción eréctil). El tratamiento del cáncer de próstata avanzado o metastásico se basa en el bloqueo androgénico asociando antiandrógenos de última generación o quimioterapia.
Es importante tratar de forma adecuada este tipo de infecciones para evitar su cronificación y la existencia de síntomas que alteran la calidad de vida del paciente. Existen otro tipo de prostatitis abacteriana (no producida por infección) que pueden tratarse con tratamiento analgésico/antiinflamatorio, infiltraciones locales o uso de otro de terapias alternativas.
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