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LA ANTIGUA RELOJERÍA

La Antigua Relojería que marca el paso hacia la Plaza Mayor

Una figura autómata creada por Mingote encima de la Antigua Relojería (que cada media hora se mueve y suena) marca el camino hacia la Plaza Mayor y la entrada a un negocio de 144 años de historia. Un reflejo de uno de esos negocios ‘para siempre’, que representa una forma única y especial de relacionarse con sus clientes. ‘Negocios para siempre’’ es un proyecto de La Razón y Banco Sabadell que pretender dar a conocer establecimientos icónicos por su historia y por su forma de ser

Dice la Ley de Sega que una persona con un reloj sabe la hora que es, pero que con dos ya no está tan segura. Si esa misma persona entrara en la Antigua Relojería de Madrid, seguramente tampoco le importaría y se le pasarían los minutos contemplando todos y cada uno de los relojes que tiene este establecimiento centenario.

Desde que en 1880 Don Inocencio inaugurara este establecimiento, el negocio ha permanecido inamovible en la Calle de la Sal, una de las que suponen una vía de entrada para la madrileña Plaza Mayor. Ahora, y desde 1939, está regentado por la familia García. Fue aquel año cuando Genaro García (abuelo de los actuales dueños) tomó las riendas del negocio en un momento de gran dificultad, justo después de la Guerra Civil Española. “Entre una guerra que acababa y otra guerra que empezaba (la Segunda Guerra Mundial), mi abuelo era delegado de los relojes Omega en España, que no llegaban en esas fechas”, recuerda Nacho García, uno de los tres actuales propietarios, junto a su hermano y su prima. García asegura que por aquel entonces la relojería estaba “muy castigada después de la guerra civil”, pero que su abuelo consiguió remontarla.

Posteriormente, sus hijos Ernesto y Ángel Manuel continuaron con el negocio y “desde hace bastantes años”, la tercera generación de la familia García está dirigiendo esta relojería. 

   

Marketing, farmacia o historia

Los actuales gestores de este negocio centenario eligieron, en principio, carreras alejadas de este sector: Historia del Arte o Farmacia fueron algunos de sus estudios. Nacho García sí concede que él apostó por marketing y Empresariales con la visión de acabar en el negocio familiar. “Hemos tenido caminos distintos la familia para acabar en antigua relojería, pero con 17 años decidí que, al mismo tiempo que trabajaba aquí con mi padre, estudiaría una carrera que me fuese útil y que me acompañase”, explica. 

También reconoce que, con los años, se ha quitado la presión de ser la tercera generación familiar liderando la Antigua Relojería. “Al principio, lo más difícil de llevar un negocio centenario era el día a día. Cada día te levantas y dices, “vamos a por él”. Hace años tenía la presión psicológica de mi abuelo, diciéndome “la primera generación lo crea, la segunda lo mantiene y lo engrandece, y la tercera se lo carga y se lo come””, rememora. 

Al ser un pequeño negocio, García explica que los dueños tienen que hacer todas las tareas: contabilidad, informática, ventas… “Son muchas horas, es mucho esfuerzo”, explica, añadiendo que todo esto se compensa por “la tranquilidad de que, al ser familia, tenemos la libertad de movimientos que igual no puedes tener en otra empresa”. 

Llevar un establecimiento como la Antigua Relojería también tiene muchas cosas buenas. “Lo más gratificante es el trato con las personas”, reconoce. “Es un negocio vivo, en el cual entran todos los días un montón de clientes habituales, incluso extranjeros. Y lo normal y lo habitual es que el cliente que entra es amigo, y si no es amigo, sale siendo amigo”. Tanto que los García recuerdan con cariño y orgullo detalles como el protagonizado por un cliente extranjero que, al cabo de varios años, vuelve a España y compra otro reloj. “Eso significa que ha salido de aquí muy contento”, sonríe.

Por eso, asegura que toda la familia se siente “muy agradecida” por los clientes que, “generación tras generación, vienen aquí”. Y también dan gracias a los turistas de todas partes del mundo que, al visitar la Plaza Mayor, pasan por su establecimiento y no únicamente a contemplar el autómata creado por Mingote que, cada media hora, da la hora con música y moviéndose. 

Además, la Antigua Relojería presume de tener muchos clientes que son empresas y que, como detalle para sus empleados en ocasiones especiales (como al cumplir 25 años o cuando se retiran), regalan un reloj. “Podemos poner el logotipo en el fondo del reloj o las iniciales de quien lo recibe”, explica.

Cambios y permanencia

Nacho García reconoce que el mundo de los relojes ha cambiado mucho en estos 144 años de historia que tiene su establecimiento, especialmente con los smartwatches y los deportivos. “Ha aportado un paso más, pero no ha quitado el negocio que existe de toda la vida”, expresa. 

La llegada de estos relojes inteligentes ha conllevado que la relojería se haya hecho “más de coleccionistas, más de caprichosos. Antes era una necesidad llevar la hora; ahora normalmente tienes un reloj porque te gusta, porque es un capricho, porque es un motivo especial”, explica Nacho García, que reconoce que él lleva dos: uno más tradicional y otro que le permite consultar sus pasos y actividad física. 

Por eso también explica que ha cambiado la forma de comprar estos objetivos y de usarlos. “El producto básico, el que se sigue vendiendo constantemente, sigue siendo bastante parecido al que había en los orígenes”, insiste.

Este establecimiento confía mucho en sus proveedores. “Necesitamos tener buenas marcas de relojería, de todos los niveles de precio”, detalla. El establecimiento no tiene marca propia, pero sí que, además de venderlos, tiene un taller con dos maestros relojeros para reparar cualquier tipo de producto: desde los de mano a los de pared, cuco y bolsillo. Algo que tampoco ya es común.

“Las tiendas muchas veces encargan las reparaciones a otros sitios. Nosotros tenemos nuestro propio taller, con dos relojeros magníficos en plantilla”, presume García, añadiendo una de sus máximas como empresario. “Siempre les digo que, además de buenos relojeros, son buenas personas, que para tratar al público eso es muy importante”.

Las entidades bancarias también son fundamentales para la supervivencia de un negocio de estas características. “Y cada día más”, apostilla García quien pone un ejemplo de cómo ha evolucionado esta relación. “En una relojería como la nuestra, históricamente se pagaban muchas cosas en efectivo. Ahora me atrevería a decir que el 99% casi de los ingresos que recibe una relojería es con tarjeta de crédito o con transferencia”. Por eso, “una entidad bancaria que te cuide, que cuide las comisiones que te cobra por las tarjetas, lo que te cobra por tu banco, que en ciertos momentos de apuro puede abrir una línea de crédito contigo, que te apoye con el pago de impuestos, que te apoye con seguros sociales, gestión de proveedores, es algo imprescindible hoy en día”, asegura. “Sin una entidad bancaria a tu lado y que funcione no se puede trabajar”.

Ser centenario

Además de la placa que les otorgó el Ayuntamiento de Madrid y una menina por parte del Gobierno de la Comunidad, García asegura que la Antigua Relojería se sienten valorados como negocio. “Que se sigan manteniendo estas tiendas en Madrid y en una zona tan turística en la que muchas tiendas han dejado de ser lo que eran para vender souvenirs es quizás nuestro mejor reconocimiento; reflexiona.

¿Qué consejos daría a otros negocios para que llegaran a ser centenarios? “Sencillez, humildad, trabajo, es el día a día, tener un producto que sea interesante, comunicarlo correctamente… y la empatía, que es algo imprescindible para estar en un comercio, para estar detrás de un mostrador”, asegura Nacho García, quien considera que también es importante mantener una línea de trabajo y, si es posible, una especialización. “Relojes se pueden comprar en muchos sitios, incluso online (nosotros también en nuestra tienda online). Pero si eres una tienda especialista, una tienda que conoces el producto, una tienda que cuidas a tu cliente, puedes llegar a ser una tienda centenaria”, reflexiona.

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