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El cambio climático obliga a replantear qué y cómo comemos

La alimentación es el nuevo campo de batalla en el que nos jugamos el futuro. Los productos que elegimos y la forma en que cocinamos tienen un claro efecto sobre nuestra salud, pero también sobre la salud del planeta. Somos lo que comemos y nuestro mundo depende de cómo lo cuidemos para que pueda poder seguir alimentándonos. La viabilidad de la despensa mundial está en juego.

La comida puede convertirse en un motor del desarrollo sostenible si aplicamos nuevos patrones en la agricultura y en el sector agropecuario, la segunda industria más importante de España, con un gran peso en las exportaciones y con una contribución del 10,6% a la economía y del 14,2% al empleo.


España es un país con prestigio en el sector alimentario gracias a la calidad de sus productos y a nuestra rica gastronomía. También somos percibidos como un destino saludable gracias a los beneficios para la salud de la dieta mediterránea. Ahora se trata de cerrar el círculo e incorporar los valores de la sostenibilidad en un sector estratégico que forma parte de nuestras señas de identidad.

Más alimentos con menos recursos

El Día Mundial de la Alimentación, que se celebra hoy, lleva este año por lema “Dietas saludables para un mundo sin hambre”. Acabar con la desnutrición y el hambre en el mundo es, precisamente, una de las metas principales de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la gran hoja de ruta mundial del desarrollo para los próximos años aprobada por Naciones Unidas (ONU).

El gran reto que afronta la humanidad es cómo producir más alimentos con menos recursos en un contexto de cambio climático. La agricultura, que consume el 70% del agua dulce en el mundo, será uno de los sectores más afectados por las alteraciones climáticas. La superficie de tierras cultivables está en regresión en todo el planeta por la expansión de las ciudades, especialmente en Asia y Latinoamérica, y por la sequía. Se calcula que en 2030 un 47% de la población vivirá en zonas con estrés hídrico (demanda de agua superior a la oferta disponible). Y, sobre todo, cada vez seremos más. Los habitantes de la Tierra aumentarán en 2.000 millones de personas en los próximos 30 años y alcanzará los 9.700 millones en 2050.

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¿Qué hacer ante esta situación?

¿Qué hacer ante esta situación? El aumento de producción para alimentar a la población creciente no vendrá de un incremento del número de hectáreas en explotación, sino de una mayor eficiencia y de la denominada “agricultura inteligente”, donde el regadío sostenible y la digitalización representan grandes oportunidades para los diferentes operadores implicados. El grupo SUEZ ha apostado por España para liderar su oferta de servicios al sector agrícola. 

 SUEZ Agriculture, la división de agricultura del grupo en España, acompaña a los empresarios agrícolas durante el proceso de modernización de sus explotaciones e instalaciones. El objetivo es ser mucho más eficientes, productivos y rentables en la producción agrícola, mejorando así la calidad y minimizando el impacto ambiental. 

Riego inteligente

El grupo, especialista en agua e innovación, se ha posicionado como el mejor socio para asesorar a los agricultores en la elección del cultivo optimo en función de las características del suelo y el entorno. También en cómo satisfacer la demanda de los consumidores por una dieta más sana, variada y responsable. La agricultura de precisión, con sistemas de riego por aspersión o por goteo, ha supuesto un gran salto adelante al permitir disparar la producción ya que los árboles “beben mejor” y optimizan también el uso de fertilizantes. SUEZ apuesta por soluciones integrales y proyectos llave en mano para optimizar el consumo de agua y energía y obtener el mayor rendimiento de los cultivos.

El cambio climático, que ha reducido en un 25% el caudal de los ríos mediterráneos en los últimos 20 años, obliga más que nunca a una gestión inteligente del agua, a su reutilización y a una política de residuo cero. La agricultura es el nuevo campo de batalla de la sostenibilidad. Los agricultores ya han comenzado a notar en sus cosechas los efectos del cambio climático. El gran desafío es mejorar la eficiencia y la rentabilidad, integrarse de lleno en la economía circular y ofrecer las propuestas más saludables y sostenibles a unos consumidores cada vez más concienciados y responsables.

Un proyecto de La Razón para

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