Al día, consumimos mucha más agua de la que pensamos. Además de la que empleamos para beber, lavar la ropa o ducharnos, mucho de lo que comemos utiliza una gran cantidad de agua desde su producción hasta que llega a nuestra cocina. A esto se le conoce como huella hídrica.
Por ello, evitar el desperdicio de nuestros alimentos es esencial para un buen uso de nuestro agua dulce.