La huella hídrica de un producto hace referencia a la apropiación, directa e indirecta, de los recursos de agua dulce que hacen falta para producir ese mismo producto.
Por ejemplo, la huella hídrica de una hamburguesa conlleva el agua dulce que se ha empleado para cultivar el cereal del que se hace el pan, obtener el queso, producir la carne de vaca, crecer la lechuga, y producir un sobre de ketchup: para todos estos elementos de una sola hamburguesa, la huella hídrica es de 2.529 litros. Y así con multitud de productos: una manzana necesita 125 litros de agua, una botella de bebida carbonatada de medio litro 185 litros, y 100 gramos de jamón cocido, 910 litros.
La huella hídrica se mide en tres tipos de componentes, según su origen: azul, que es el agua superficial o subterránea, evaporada o incorporada; verde, que es el agua de lluvia evaporada o incorporada, y gris, necesaria para que el medio receptor asimile los contaminantes vertidos.
Por ello, la huella hídrica es un indicador ambiental que representa los recursos de agua dulce necesarios para los productos y servicios que consumimos. Tenerla en consideración puede ayudarnos a conocer mejor la relación entre el agua y los alimentos que consumimos y, por tanto, a realizar una gestión más sostenible en procesos productivos.