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Elche
la suma perfecta
Elche

Elche es un destino turístico sugerente e impecable, podríamos decir que perfecto, repleto de cualidades, merecedor de nuestra atención. Se encuentra a tan solo 9 kilómetros del aeropuerto internacional de Alicante y posee también conexión por tren con València. Si hablamos de clima, basta con dar un dato clarificador: que disfruta de más de 300 días de sol anuales, y con esa luz y esa bondad climática, uno se imagina mejor cómo debe ser pasear por Elche y disfrutarla.

Estamos ante una ciudad monumental, con un patrimonio arquitectónico, cultural y de naturaleza de gran riqueza. No en vano contiene tres Patrimonios de la Humanidad de la UNESCO. Y no solo eso, su litoral alberga algunas de las mejores playas de la Costa Blanca. Además, es una ciudad en constante movimiento, de las que parece que no se acaban nunca. Elche es un destino que sacia al viajero.

¿Quién no conoce que Elche está ligada a las palmeras? Desde épocas prehistóricas hay vestigios de que aquí las hubo, aunque el regadío y los árabes fueron quienes consolidaron e hicieron crecer su presencia, gracias al cultivo y a la extensión del regadío, que permitió utilizar las cualidades ornamentales de gran número de palmeras para jardines y huertos tal y como los conocemos.

El Palmeral de Elche es el mejor ejemplo. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad el año 2000, no era para menos la belleza y el exotismo que más de 200.000 ejemplares pueden transmitir a un paisaje. Aunque inicialmente el Palmeral tenía una función eminentemente agrícola, en la actualidad su función está más cerca del moldeo del paisaje. Como servicio agrícola, solo hallamos la producción de palma blanca para el Domingo de Ramos y reducidas cosechas de dátiles. Es de destacar que hay una Ruta de las Palmeras Singulares, la gran mayoría por su historia o su morfología: la Palmera del Candelabro, el Tirachinas o la Palmera del Forat.

Vale mucho la pena asistir a El Misteri d’Elx. Este drama lírico es de origen medieval, y en él se recrea la muerte, asunción y coronación de la Virgen María. Impresiona que se haya mantenido intacto a lo largo de los siglos, más de 500 años, gracias a una bula papal tras el Concilio de Trento. Fue reconocida como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, con un texto escrito casi íntegramente en valenciano antiguo.

El Museo de Pusol es un proyecto museístico que la UNESCO valoró por su importancia al recoger de manera didáctica quiénes somos y de dónde venimos, y en 2009 fue tenido en cuenta para considerarlo también Patrimonio Inmaterial. En él se pueden ver más de 90.000 objetos del siglo XIX y comienzos del XX. A través de ellos podremos visitar las tiendas donde compraban nuestros abuelos y bisabuelos, ver sus casas, mirar las revistas que leían, descubrir sus juegos y labores cotidianas, admirar sus vestimentas… En definitiva, empaparnos de cómo era la vida en el Camp d’Elx y en la ciudad no hace aún tanto tiempo.

Otro tesoro de Elche es el Jardín del Huerto del Cura, de 12.000 metros cuadrados de extensión. En 1943 fue declarado Jardín Artístico Nacional. Junto a los casi 1.000 ejemplares de palmera datilera, encontramos árboles de huertos tradicionales, como olivos, limoneros, azofaifos o algarrobos y una excelente colección de cactus y plantas crasas. De todos ellos, la joya del Huerto es la Palmera Imperial, que debe su nombre a la Emperatriz Elisabeth de Austria, más conocida como Sissí, que lo visitó en 1894 y quedó prendada de su belleza. Además, en uno de sus jardines, y adornando un estanque, se puede ver una reproducción del busto de la Dama de Elche, la obra maestra del arte íbero.

Claro que Elche no se agota aquí, ni mucho menos. Al salir de estos vergeles tan impresionantes, sigue siendo una ciudad con mucho que ofrecer. El nombre de edificios civiles y religiosos que no hay que dejar de visitar tiene varios nombres: el Palacio de Altamira, construido sobre una fortaleza árabe, los Baños Árabes, la impresionante Basílica de Santa María (lugar en el que se representa El Misteri d’Elx) o el Gran Teatro.

Pero si nos hemos quedado con ganas de más naturaleza y somos amantes de las aves, no dudaremos en visitar el Parque Natural El Hondo. Este humedal forma parte de la antigua albufera de Elche, creada por la desembocadura del río Vinalopó. Tiene un extraordinario valor ecológico gracias a la diversidad y abundancia de las aves que lo habitan. Razón por la que cuenta con pasarelas sobre las aguas que permiten recorrer los observatorios desde los que contemplar más de 170 especies (garzas, limícolas, flamencos, anátidas…).

Esta inmensidad de Elche también tiene que ver con sus playas. Y es que Elche posee playas de arena fina y blanca, en su mayor parte vírgenes, con un sistema dunar único, en las que relajarse, pasear o practicar deportes al aire libre. Un disfrute para todo el año, a lo largo y ancho de las tres mil horas de sol anuales, porque tres mil horas de sol anuales dan para disfrutar al máximo los días de playa.

Y, claro, cuando hablamos de disfrutar, no podemos dejar de pensar en comer bien. Y en eso, Elche también se lleva el premio. Aquí, saborear la gastronomía local es muy sencillo, desde el momento en que nos lanzamos a probar tapas y pinchos hasta cuando nos sentamos tranquilamente a disfrutar de una comida más pausada. Restaurantes y bares para todos los gustos. Fogones con excelentes profesionales que cuidan sus elaboraciones al cien por cien: el famoso arroz con costra, el arroz con conejo y caracoles, un buen mujol del Hondo con all i oli o el tradicional puchero con pelotas. En definitiva, gastronomía de primera.

¿A que no hay duda de que Elche es una ciudad que lo tiene todo y que apasiona a cualquiera que vaya a visitarla?

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